La menta gatera siempre ha sido ese misterio aromático que convierte a muchos gatos en auténticos rockstars del salón. A simple vista es una planta más, discreta, con su humildad verde. Pero basta con que un felino se acerque para que empiece la función: contoneos de diva, rodadas por el suelo dignas de un luchador profesional y un entusiasmo que ni la final de la Champions.
La sustancia responsable de este pequeño carnaval felino se llama nepetalactona, un compuesto presente en las hojas y flores de la planta Nepeta cataria. El cerebro del gato lo interpreta como si fuese un mensaje urgente en su idioma químico. No es que “coloquen” a los gatos, sino que desencadenan un comportamiento de euforia temporal, algo así como un chute de alegría libre de efectos secundarios serios. El espectáculo suele durar unos diez minutos, y luego el gato vuelve a su vida normal como si no hubiese pasado nada. Misterio resuelto, aunque la gracia sigue intacta.
No todos los mininos reaccionan igual. Aproximadamente un tercio de los gatos pasa del tema con la misma indiferencia con la que ignoran una orden humana. Es genética pura y dura: si no llevan el “gen de la fiesta”, la menta gatera es solo otra planta sin glamour.
En casa se puede usar para estimular el juego, mejorar el enriquecimiento ambiental o atraer al gato hacia rascadores y juguetes que tiene olvidados. También sirve para refrescar rutinas aburridas y mejorar el bienestar de los felinos de interior.
La planta, además, es fácil de cultivar. Tolera bien el clima templado, no exige atención obsesiva y, de paso, sirve para aromatizar el jardín. Es el raro caso en el que una planta consigue hacer feliz tanto a un humano como a un gato, sin pedir nada a cambio.
La menta gatera, en el fondo, es un pequeño recordatorio de que los gatos siguen siendo criaturas fascinantes: mitad dioses del antiguo Egipto, mitad bufones hiperactivos según el día. Conocer estas rarezas botánicas ayuda a entender un poco mejor a esos compañeros peludos que viven con nosotros, siempre listos para sorprender.