Nuestro gato tiene que sentirse uno más de la familia desde el primer día. Es un proceso que requiere de mucha paciencia de nuestra parte.
Los primeros días es normal que quiera esconderse; está en un entorno nuevo y desconocido para él y no sabemos qué tipo de traumas puede haber sufrido: abandono materno, maltrato… Seguramente se mostrará más bien tímido hasta que vaya alcanzando seguridad. Deja que vaya todo a su ritmo; no le obligues a estar contigo ni a salir de su “escondite”. Dale su tiempo. Evita que se sienta perseguido, acosado o acorralado.
Nada más llegar a tu casa ábrele el transportín y deja que salga a explorar cuando quiera. Mantente cerca de él y espera que sea él quien decida cuándo acercarse. Hábla con él con mucha ternura. Ponle comida y bebida y ponle cerca ropa tuya para que vaya identificando tu olor. Cuando veas que come delante de ti ya podrás intentar, poco a poco, acariciarle. La idea es que asocie tus mimos con bienestar y seguridad. Es una buena idea tocarle la cabeza; nunca la espalda hasta que él te lo permita.
Dale pelotitas y objetos que no pueda romper para entretenerlo; juega con él a “balón pata”, interactúa con él para que se acostrumbre a ti y quiera estar contigo. Evita usar tus manos para jugar para que no te las muerda.
Si ya tienes otra mascota en casa, reserva una habitación sólo para el gatito o gato para el primer día con todo lo que necesita para estar cómodo: su bebedero con agua fresca, su comedero con pienso, su bandeja de arena, su camita, su rascador y unas pelotitas. Llévalo directamente a esa habitación y evita el contacto con los otros animales hasta que notes que te has ganado su confianza. En ese momento deja la puerta abierta para que él mismo explore la casa y se “presente” a los demás. No te preocupes si hay bufidos, carreras, persecuciones y manotazos. Háblales a todos tus animalitos con cariño y dales premios hasta que se acostumbren los unos a los otros. Es recomendable que, sobre todo los primeros días, cada animal tenga su propio comedero y bebedero y no dejarlos solos demasiado tiempo. Lo ideal es llevar al recién adoptado a casa un viernes para así poder estar todo el fin de semana atento y poder intervenir de ser necesario.
Los gatos son independientes y hacen lo que quieren cuando quieren. Gritarle a tu gato o castigarlo no solo no sirve de nada sino que puede conseguir justo el efecto contrario. Si te araña un sofá, no le grites; apártalo con suavidad y muéstrale su rascador para que se afile las uñas, pero no te enfades con él. Cuando haga algo que no debe da unas palmas, di “NO” con firmeza pero sin alterarte, o rocíale agua.